escrita y dirigida por Johan Kling
Con la evolución del mundo y la denominada globalización, ya las generaciones se hacen diferentes con tan solo pocos años de diferencia, oí decir en un momento que quién duerme un año se despierta en un mundo desconocido y como va el mundo esto es más que una realidad.
En el caso de "Darling", la diferencia de edad entre los dos protagonistas son la clásica diferencia de generaciones: por un lado tenemos al hombre mayor que ha obtenido todo mediante el sudor de su frente y que su situación actual lo obliga a salir del retiro para poder subsistir y del otro lado tenemos a la chica mantenida que no sabe lo que quiere y que está acostumbrada a no hacer mucho esfuerzo para vivir.
Eva, es hermosa pero claramente infeliz. Su vida gira a una rutinaria nocturna en ambientes banales. Bernhard es un pensionado ingeniero que busca desesperadamente un trabajo para mantener la alzada renta de su casa en la que se ha quedado solo luego de su divorcio.
El giro de la vida lujosa de Eva viene cuando su madre decide mudarse con su novio rico fuera de Estocolmo, lo que la deja a ella en un piso de soltera y todas sus responsabilidades a lo que cómicamente ella responde “el dinero no me da, después que compró ropas y accesorios no tengo para pagar el piso y ya tengo cuatro meses de atraso”.
En “Darling” ambas situaciones de nuestros protagonistas llegan a un encuentro en uno de los McDonalds de la ciudad, en donde Eva busca completar los meses necesarios para recibir un sueldo de desempleo y Bernhard lo suficiente para vivir aunque sea en un ventorrillo.
Con muy buenas actuaciones de sus dos protagonistas, “Darling” oculta un poco las fallas en dirección por parte de Johan Kling pero no escapa que la película se convierta en peso muerto sobre la audiencia.
A pesar de que cuenta una historia interesante, transiciones largas como disoluciones a negros frecuentes hacen ver que la película de 93 minutos de duración parezca de cuatro horas.
Empero, como crítica a la sociedad actual “Darling” hace un buen trabajo. La representación de una sociedad juvenil pedante y la de la realidad de las personas adultas cuando todos sus años de trabajo no le han servido de nada es algo para tomar en cuenta cuando uno sale de la sala de cine.
En el caso de "Darling", la diferencia de edad entre los dos protagonistas son la clásica diferencia de generaciones: por un lado tenemos al hombre mayor que ha obtenido todo mediante el sudor de su frente y que su situación actual lo obliga a salir del retiro para poder subsistir y del otro lado tenemos a la chica mantenida que no sabe lo que quiere y que está acostumbrada a no hacer mucho esfuerzo para vivir.
Eva, es hermosa pero claramente infeliz. Su vida gira a una rutinaria nocturna en ambientes banales. Bernhard es un pensionado ingeniero que busca desesperadamente un trabajo para mantener la alzada renta de su casa en la que se ha quedado solo luego de su divorcio.
El giro de la vida lujosa de Eva viene cuando su madre decide mudarse con su novio rico fuera de Estocolmo, lo que la deja a ella en un piso de soltera y todas sus responsabilidades a lo que cómicamente ella responde “el dinero no me da, después que compró ropas y accesorios no tengo para pagar el piso y ya tengo cuatro meses de atraso”.
En “Darling” ambas situaciones de nuestros protagonistas llegan a un encuentro en uno de los McDonalds de la ciudad, en donde Eva busca completar los meses necesarios para recibir un sueldo de desempleo y Bernhard lo suficiente para vivir aunque sea en un ventorrillo.
Con muy buenas actuaciones de sus dos protagonistas, “Darling” oculta un poco las fallas en dirección por parte de Johan Kling pero no escapa que la película se convierta en peso muerto sobre la audiencia.
A pesar de que cuenta una historia interesante, transiciones largas como disoluciones a negros frecuentes hacen ver que la película de 93 minutos de duración parezca de cuatro horas.
Empero, como crítica a la sociedad actual “Darling” hace un buen trabajo. La representación de una sociedad juvenil pedante y la de la realidad de las personas adultas cuando todos sus años de trabajo no le han servido de nada es algo para tomar en cuenta cuando uno sale de la sala de cine.
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